lunes, 21 de noviembre de 2016

¿Por qué deseamos a nuestros semejantes una Feliz Navidad?

La Navidad es un día muy especial y es tan especial como cuando festejamos nuestro cumpleaños recordando el día en que nacimos. La Navidad es una fiesta que conmemora el día en que nació Jesús nuestro Dios Hijo, es una fecha muy importante en la que debemos estar contentos y unidos en Familia. ¿Pero, sabemos exactamente que estamos diciendo cuando deseamos una Feliz Navidad a nuestros familiares y semejantes? Al desear una Feliz Navidad, en realidad estamos deseando que todos estén felices por el nacimiento del niño Jesús, que disfrutemos ese día que es muy importante para la humanidad, eso es en realidad lo que deseamos al decir: ¡FELIZ NAVIDAD! Sin embargo para muchos ¡FELIZ NAVIDAD! significa únicamente fiestas, música, comida, licor, piñatas, convivencia con amigos y familiares. Y Jesús...¿dónde queda? ¿realmente la fiesta es en su honor? Cada año al iniciarse el mes de Diciembre vemos como las familias adornan sus casa con foquitos de colores, arbolitos, adornos con formas de Santa Claus, venaditos, guirnaldas, esferas de colores y la tradicional "Casita del Niño Dios" o "Nacimiento" que es una casa hecha de diferentes formas, los hay de madera con paja semejando un establo o tienen forma de cueva, ambos representan el lugar sagrado donde Jesús nació, inclusive se le adorna con animalitos, pastores y por supuesto no podían faltar José y María Papás del niño Dios y entre ellos una cuna de paja vacía que es donde se coloca la imagen del Niño Dios a la media noche del día 24 de Diciembre simulando su nacimiento. Todo esto que hacemos significa que nos estamos preparando para el nacimiento del Niño Dios, de la misma forma cuando nuestros Papás emocionados se prepararon para el día en que íbamos a nacer, adornaron nuestra casa con figuras de caricaturas, ositos, peluches, pintaron el cuarto donde íbamos a estar al momento de llegar a casa, etc. Recuerda que para nuestros Papás y familiares fue una hermosa fiesta llena de alegría y orgullo por que era el día en que nacimos y la fiesta sólo se realizó entre familia quienes nos rodearon y nos llenaron de besos, caricias y regalos. Claro que estoy conciente de que no todos los niños tienen esa suerte de recibir amor, por eso aprovecho para pedirte por favor que también hagamos una oración por todos aquellos niños que estoy seguro que Dios los protegerá toda la vida con la misma intensidad que a los demás niños. En la actualidad existe mucha diferencia en los preparativos para el nacimiento del niño Jesús lo que conocemos como la Navidad, las personas se preocupan más por ver quienes serían los invitados a la fiesta, que se va a cenar, que tipo de cervezas y licores se va a tomar, que música se va a escuchar y al final ni siquiera se acuerdan del niño Jesús. Se supone que si adornamos nuestras casas con nacimientos es por que realmente estamos felices por ese gran nacimiento espiritual de nuestro Dios y que cada año en el mes de Diciembre recordamos ese tan importante acontecimiento. ¡Feliz Navidad! equivale a decir ¡Feliz Cumpleaños! y al igual que como cada año festejamos nuestro nacimiento, de las misma manera cada año celebramos el nacimiento del Niño Dios. Cuando festejamos nuestro cumpleaños lo hacemos con una fiesta, comida, música, piñatas y lo más importante es que tú estas presente y te sientes muy contento por que ves a tus amigos, familiares y conocidos que también están felices por tu cumpleaños, así debemos realmente festejar el nacimiento del Niño Jesús. Recuerda que en tu Fiesta de Cumpleaños el festejado eres Tú y en la FIESTA DE NAVIDAD el festejado es Jesús. En ésta Navidad te invito a que juntos reflexionemos si realmente estamos deseando Felicidad a nuestros semejantes y familiares por el nacimiento del Niño Dios. Por favor no nos olvidemos del Niño Jesús, hagamos lo mismo como nuestros Padres y familiares hicieron con nosotros cuando nacimos y que cada año nos festejaron o festejan nuestro cumpleaños. Recuerda que Jesús nació en una noche muy fría entre animalitos y pastores y nos entregó todo su amor incluyendo su vida, yo creo que es lo más importante que un hombre de carne y hueso ha hecho por toda la humanidad y justo es que en su fiesta de cumpleaños lo tengamos presente, así que no lo dejes sólo en el rincón. Recuerda algo muy importante, muchos bebés nacieron y los abandonaron sus padres, otros nacen como Jesús en una humilde casa y entre una familia pobre económicamente pero rica en amor, en ambos casos estos bebés no tienen una fiesta de bienvenida por su nacimiento y pienso que estos niños recién nacidos son la viva imagen del niño Jesús, así que reflexionemos las veces que sea necesario, ¿Éste año cómo va a ser la fiesta de Navidad en tu casa? Cada vez que le digas a alguien: ¡Feliz Navidad! le estarás diciendo: ¡Feliz Cumpleaños!, por que el Niño Jesús cada año nace en nuestro corazón y el corazón de cada ser humano. Es por eso que escuchas que cada Navidad es una renovación del ser humano, Jesús te renueva con su nacimiento dentro de ti, así que esta vez vamos a hacerlo bien. ¡Feliz Navidad!

domingo, 16 de octubre de 2016

Así, sin más.

No esperes nada

“Somos sanados del sufrimiento solamente cuando lo experimentamos a fondo.”

-Marcel Proust.

Un vacío se percibía desde el instante en el que pasabas el umbral de aquella casa. Como si de una situación angustiosa y tediosa se tratase, todos inmóviles, en silencio, con ligeros susurros y uno que otro rasgueo de narices con tal de contener la secreción mucosa y evitar algo que alterara dicha paz.
Todos los presentes vestidos de la misma manera, sentados en filas de 5, abarcando toda la sala de estar y uno que otro pariente lejano fumando cigarros y hablando entre ellos en el balcón, pero todos con un solo propósito, repetir la misma frase una y otra vez, estrechando manos, dando abrazos en un intento de consolar a un alma inconsolable en aquel  instante “Lamento tu pérdida”. ¡Que tan burda, hueca y genérica expresión forman aquel conjunto de palabras! La empatía protagoniza por su ausencia, solo quedaba responder con un atento pero indiferente “Gracias”.
En el centro de la sala se encontraba un féretro de buen color, con detalles un tanto mal hecho pero bastante justo para el precio. En los laterales inmensos adornos en los que predominan las gardenias, los girasoles y los tulipanes, flores para nada fúnebres pero colocados ahí por decisión del exánime. Alrededor un par de fotografías que muestran a una mujer en sus años mozos, pelo castaño, con peinado de la época, facciones finas y delicadas, mientras tanto en el ataúd, el cadáver luce una peluca castaña, para nada parecida a su cabellera original, mantiene sus facciones finas aunque maltratadas por toda una vida de dolor y de constantes altibajos que desencadenaron en un fatídico destino; sin embargo, se le observaba una tranquilidad, una armonía envidiable y tal vez, con una visión a detalle una ligera y tierna sonrisa. Esa mujer era mi madre.

No logro conciliar mi sueño, hace ya más de 3 crepúsculos que mis ojos no descansan en el bloqueo de mis parpados, todas las noches quedo inmóvil, pensando en todo lo que pudo haber sido, todo lo que pude haber dicho y hecho pero sin embargo jamás podrá suceder. No me queda más que soñarlo aunque ni con eso logre encontrar el refugio para liberarme.
Tantas emociones tan paralelas las unas a las otras, mezcladas entre sí, creando una indiferencia desagradable, notoria que me hace detestarme a mi mismo. Todo mi mundo arde, grito sin hacer ningún ruido, sin que nadie venga en mi rescate, una situación tan inevitable, sin embargo inexperto en el tema, intento refugiarme en lo que me distrae de aquella dolorosa situación.
Ella se encontraba en un estado crítico, casi desahuciado, sin embargo mantenía su esperanza y su felicidad en mí, intentaba protegerme, preocupándose, preguntándose por mi y lo único que recibía eran rechazos y decepciones.
La noche del lunes tuvimos una discusión agotadora, se veía en su mirada, su cansancio se notaba un poco más de lo normal, intentando recuperar el aliento e intentando comprender mi desinterés en la escuela, pero en mi mentalidad infantil e ilusa le reprochaba su enfermedad, su incapacidad de educarme como lo hacían todas las mamás y su inutilidad más que para dar lastima. Salí a fumar un poco en las solitarias calles de la avenida, al regresar ella ya había dormido.
La mañana del martes desperté más temprano que lo de costumbre, fui a verla teniendo en mente lo mal que me hacía sentir la discusión estúpida que tuvimos la noche pasada pero al llegar a su cuarto ella me pedía ayuda diciéndome que su dolor era más fuerte de lo usual, las enfermeras del hospital me enseñaron como aplicarle la inyección, ya lo había hecho antes pero no sé qué paso, no fue mi intención ponerle la dosis incorrecta, ahí estaba una de mis tías mientras ella hablaba por teléfono con un doctor preguntándole que pasaría. Yo me salí corriendo de la casa sintiéndome inútil con mucho coraje e impotente porque probablemente esa hubiera sido la última vez que la vería y sería por mi culpa, empecé a llorar desconsoladamente tratando de no hacerlo tan fuerte porque ella estaba adentro no necesitaba saber cómo me sentía ella ya tenía las suficientes preocupaciones, no podía calmarme mis piernas no me respondían y caí al suelo, estuve cinco minutos ya se me había calmado, limpié mis lágrimas y lavé mi cara para regresar con ella.
El miércoles desperté fui a verla y le cambie su bolsa de alimento como era de costumbre, hoy era el día, después de su operación que quería ir a la sala, con mucho entusiasmó la ayudé y la llevé, ella me veía desayunar hot cakes que había preparado un día antes, me dijo que si le podía dar un trozo y se lo di, ya hace días que no pasaba ningún alimento por su boca y ¡se comió un trozo de hot cake! Pensaba, pronto estará mejor y esto solo será una horrible pesadilla que vivimos. El día mejoró llego toda mi familia a visitarnos, mi tío trayendo consigo una bocina, la prendió y le empezó a cantarle las mañanita y todos comenzamos a cantarle, ella empezó a llorar no sé si de felicidad o tristeza pero lo hizo, intentaba no hacer lo mismo y solo la miraba y le sonreía.
Esa noche decidí quedarme junto a ella durmiendo y lo hice, pero esa noche empezó a empeorar y la llevamos rápido al hospital, su azúcar estaba en un nivel alto eso es lo que decían los doctores aseguraban saldría al día siguiente y así fue, de nuevo estuvo en casa. Llegamos a casa, la ayudé a recostarse ese día cayo rendida mientras yo la miraba cuando dormía. Me levanté de la cama y me fui a la sala no podía dormir mi cabeza solo pensaba que en cualquier momento ella podía morir porque esto que tenía no es algo que se quita de un día a otro o con unas pastillitas de resfriado y yo tenía que estar preparada para lo que fuése a pasar.
Dos meses más con ella me sentía feliz, tuvo recaídas pero de inmediato la llevábamos al hospital y salía al día siguiente, me estaba acostumbrando a esto.
La acompañaría a su segunda quimioterapia, al regresar a casa ella terminaba sumamente cansada, una tía es enfermera y la fue a visitar ella le dijo que lo mejor era raparle su cabeza porque el cabello se empezaría a caer y su cabeza le empezaría a doler por lo mismo, ella accedió y así fue como perdió toda su cabellera, pareciera que cada día la iba desconociendo más porque estaba muy acabada y sinceramente me sentía muy egoísta pidiendo que se quedara más tiempo solo por el hecho de hacerme feliz a mí, ella estaba sufriendo mucho las inyecciones para calmarle el dolor ya no resultaban como en los primeros días, ese día quería irme a dormir a mi cuarto para desahogarme un poco, pero decidí ser fuerte y quedarme con ella cada segundo valía la pena estar con ella.
Un día jueves por la noche la llevamos al hospital de nuevo, por lo mismo de siempre su azúcar alta, los doctores dijeron que saldría al día siguiente, una de mis tías me habló por teléfono preguntado por ella y se la pase le dijo “pronto estaré en casa, ya me darán de alta” y se despidió, tenía muchas ganas de ir al baño, pidió mi ayuda la lleve al sanitario que se encontraba en el cuarto del hospital, la ayudé a sentarse ya había terminado, ella se para y me empieza abrazar, todavía estaba viva, me costó trabajo llevarla hasta su cama y ahí fue cuando se desvaneció, corrí y grite buscando a una enfermera, ella le tomó el pulso y me dijo “señorita está muerta” fue a buscar a un doctor rápidamente, el doctor llegó y me preguntó que si quería que le hicieran electroshock, a lo que yo le respondí que no, solo por una vez no quería ser egoísta en mi vida.
Mi mundo se había detenido, sentía un inmenso dolor, un vacío en mi estómago y en mi corazón, la persona más importante en mi vida ya no existía, sentía algo inexplicable en mi cuerpo, ya nunca la volvería a verla, nunca escucharía su voz, nunca volvería a ver su rostro como yo lo recordaba, nunca volvería a platicar por teléfono con ella, nunca la volvería ver llorar, nunca más la vería sonreír, nunca la vería estar enojada conmigo,  nunca volvería a hacer nada junto a mi mamá. La tristeza me invadía no lograba dejar de llorar era imposible, aunque ya me estaba preparando para esto no creía que el día sería este.
La mañana del domingo, en la que entré a su habitación, cuando los rayos del sol entraban escabulléndose entre las pequeñas rendijas de la ventana y su cama vacía, casi al instante, sin razón ni pensándolo dos veces me dirigí al parque del barrio, ya que, casi como visiones lúcidas de aquellas calles la observaba a ella, todos lo momentos en los que estuvo presente a lo largo de mi vida y a lo largo de aquella infinita avenida veía un camino sin fin, en el que tendría que seguir solo, sin su apoyo, sin su amor y ternura incondicional. En ese momento solo quería hablar, solo quería pedir perdón y hablar.